Transcribo aquí una entrevista motivadora.
ANTOINE FILISSIADIS, ENTRENADOR EMOCIONAL
"El miedo a perder nos hace perder"
Tengo 52 años, nací en Atenas y viví en Bruselas. He realizado mi sueño: vivir frente al mar en Chipre y escribir. Imparto seminarios, cursos y conferencias sobre cómo vencer miedos y cumplir los propios sueños. Tengo tres hijos (32, 30 y 25 años). Creo en la libertad y en una fuerza superior al caos. Como la araña, tejes una tela sin saberlo
-¿Puedo yo cumplir cualquiera de mis sueños?
-Sí.
-¿Sí?
-Sí, pero antes debería saber usted cuáles son sus sueños...
-Muy bien. ¿Y luego?
-Un momento, un momento: no es tan fácil saber cuáles son nuestros sueños...
-¿Por qué no?
-Porque nos los negamos, los reprimimos.
-¿Cómo lo sabe?
-Por experiencia: en mis seminarios pido a los participantes que levanten la mano si tienen algún sueño. ¡Muchos no la levantan!
-¿No tienen sueños?
-No se atreven a soñar. Por lo que sea, han llegado a la conclusión de que los sueños no son para ellos: ¡han abandonado la vida! Para mí, están muertos.
-¿Y cómo les ayuda usted?
-Les doy a todos los presentes diez minutos para que me escriban en un papel todos sus sueños. ¡Y les cuesta muchísimo! Casi todos me escriben sólo uno o dos sueños...
-Bueno, quizá no tengan más...
-¿Y por qué no? ¿Por qué nos limitamos a un sueño o dos? Yo les devuelvo el papel y les insto a enumerar al menos 25 sueños.
-¡Veinticinco! ¿Tantos?
-¿Tantos, dice? ¿Y por qué no cuarenta o cincuenta? Le parecen... ¿demasiados?
-Bien, lo haré. Y cuando tenga redactada mi lista de 25 sueños, ¿qué?
-Circunde con el bolígrafo los cinco sueños de la lista que más lamentaría no haber realizado al final de su vida.
-Y cuando los tenga ya escogidos, ¿qué?
-Elija uno... y realícelo.
-Pero... no es tan fácil.
-¡Cuánto miedo tenemos a soñar!
-Hombre, es que la vida da unos palos...
-Y decidimos matarla, morir en vida. Es el miedo, miedo a fracasar, miedo a perder...
-Claro...
-Pero es que cuando tienes miedo a perder... ¡ya has perdido! Es justamente el miedo a perder lo que te hace perder.
-¿Vivir es atreverse a soñar?
-Sí, porque si superas tu miedo a perder... ¡ya has ganado! Eso sí: cumplir tu sueño exige un precio. Y tienes que estar dispuesto a pagarlo.
-Y si no, ¿qué?
-En el momento en que estés dispuesto a pagar ese precio..., te saldrá ya gratis. Y si pretendes ahorrártelo..., ¡acabarás pagándolo!
-¿Algún ejemplo?
-Michael, un amigo mío inglés, dueño de un pequeño y próspero hotel, se sentía muy desgraciado: su sueño irrealizado era vivir en una casa junto al mar... Le dije que hay que cumplir los propios sueños o estás muerto: "La vida no vivida es una enfermedad de la que se puede morir", escribió Jung...
-¿La vida no vivida... mata?
-Eso. Michael realizó su sueño. Se fue a Chipre, a un lugar maravilloso frente al mar. Y, al cabo de un año, estaba gordo, feo, abandonado, triste. Despertaba por la mañana sin saber qué hacer de sus días...
-Pero... ¿no era aquél su sueño?
-Vendió la casa y recuperó su negocio hotelero, y hoy trabaja como un loco veinte horas al día en Londres... ¡y está feliz!
-Deme un consejo para lograrlo.
-Sí. El paraíso es siempre un fantasma: atrevámonos a mirarlo a la cara. Y descubramos si se evapora o no. El paraíso es... lo que haces de tu vida, es tomarle placer a tu vida.
-Deme un consejo para lograrlo.
- No hacemos caso a los consejos..., y hacemos bien. Un consejo es peligroso. Cada uno tiene que experimentar todo por sí mismo...
- Entonces, ¿qué les dice a sus alumnos?
- Empiezo diciéndoles la gran verdad: "Os moriréis".
- Pues vaya gracia...
-¡Es muy importante ser bien conscientes de eso, para aprovechar bien el tiempo!
-¿Para qué?
-Para vivir. Todos tenemos algo dentro, y hay que explotarlo. Cada mañana, ante el espejo, yo me pregunto: "¿Qué puedo hacer hoy para vivir este día, vivirlo a fondo?".
-¿Y qué se responde?
-Ingenio la manera de meterle fuegos articiales al día, de meterle locura... ¡Hay que estar un poco loco! Lo que me propongo es meterle pasión al día: ¡una gran pasión por día!
-Buen lema.
-Luego será demasiado tarde... Procuro vivir cada acto, cada momento de mi día como un placer. Esta charla, ahora..., ¡qué placer!
-Es cuestión de proponérselo, ¿no?
-Sí. Y tengo una ayudita: cada vez que tengo alguna duda..., le consulto a la muerte.
-¿A la muerte?
-Sí: me imagino muerto al lado, y me pregunto. ¡Y las respuestas son siempre sabias!
-¿Qué se dice usted desde la muerte?
-"¡Estás vivo!". Y que no me queje de estar vivo. Y que es un privilegio estar vivo.
-¿Algún truco más?
-Toma un folio y redacta tu testamento personal: todo lo que antes de morir querrías decirle a tu mujer, a tus hijos, a cada amigo... Y, luego, date cuenta de algo: ¡estás vivo! Así que cítate con cada uno de ellos y léele a cada uno su parte. Es emocionante. ¡Hazlo ya!
-¿Luego podré morirme en paz?
-Muere en paz quien vive en paz. Teme morir quien teme vivir. ¡Qué suerte no saber qué día morirás!: te obliga a vivir cada día como una fiesta, pues quizá sea el último...
-Todas estas reflexiones, ¿llevan a alguno de sus alumnos a mejorar su vida?
-Recuerdo a un señor que me dijo: "Antoine, anoche llegué a casa, me senté al pie de la cama de mis hijos... y les miré dormir". ¡Es eso!, ¿no es excepcional?, y sí, es excepcional.
10 septiembre 2010
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