Cuando se escribe un libro o un guión y parece que está ya terminado, se van haciendo correcciones, pequeños cambios, a veces se modifica sutilmente la estructura, se reescriben partes, e incluso se suprimen capítulos y se añaden nuevos elementos. Todo forma parte del proceso de escritura, corrección y edición.
Y llega un momento en que el guión parece definitivo pero no lo hacemos definitivo porque siempre se puede seguir mejorando y afinar más y más. Y de hecho, se afina, corrige y retoca una y otra vez dando la impresión de que nunca se va a acabar. Pero llega un momento en el que hay que decidir que todo está ya hecho, que no se va a añadir nada más y que así se va a dejar. No es que no se pueda seguir mejorando pero, antes o despues, hay que decir basta.
Y llega un momento en que el guión parece definitivo pero no lo hacemos definitivo porque siempre se puede seguir mejorando y afinar más y más. Y de hecho, se afina, corrige y retoca una y otra vez dando la impresión de que nunca se va a acabar. Pero llega un momento en el que hay que decidir que todo está ya hecho, que no se va a añadir nada más y que así se va a dejar. No es que no se pueda seguir mejorando pero, antes o despues, hay que decir basta.
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