Todos tenemos nuestros rincones. Esos lugares donde nos sentimos serenos, tranquilos y seguros; espacios que nos dejan una sensación especial y que nos sirven de refugio. Rincones para pensar, para leer, para reponernos, para recordar o para olvidar, para contemplar, para llorar, para reir, para encontrar nuestra paz, para detenernos o para no parar, para estar solos o para compartir, para guardar silencio o para conversar, para hacer ejercicio o para descansar, para reeencontrarnos o, simplemente, para escapar, ocultarnos, y escondernos del mundo.
A veces son lugares reales, cercanos o lejanos, otras veces son rincones en lo mas profundo de nuestra mente y nuestro pensamiento.
Son, a veces, necesarios y, en definitiva, forman parte de nuestro ser.
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