En los 'buenos tiempos' hicimos una pequeña colección de libros, unos libros que llenaban de pensamientos motivadores y que, en cierto modo, ayudaron a definir parte de como era entonces, que es parte de como soy ahora.
Después, cuando las cosas cambiaron, dejé casi todo atrás, parte de mí también quedó allí, pero los libros se vinieron conmigo. Eso sí, su lugar ya no fué el de antes, se quedaron en un rincón, apartados, ya que traían demasiados recuerdos que no me ayudaban en nada.
Y ayer, tras varios años, me acerqué de nuevo a ellos, especialmente a uno que en su momento fué para mi un verdadero descubrimiento: un pequeño libro, un verdadero regalo que a través de sencillas pero intensas historias puede emocionar y cambiar el modo de ver las cosas. Repasé sus páginas de nuevo, rememoré olvidados relatos, recordé por qué causó en mí esa honda impresión y, por fin, a modo de catarsis, después de mucho tiempo, creo que empiezo a sentirme de nuevo parte de este mundo.
Porque para volver a renacer, para reconciliarse con uno mismo, es necesario morir un poco.
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